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martes, 25 de diciembre de 2007

Apuntes de Física


Estaba yo en casa haciendo tranquilamente la fotosíntesis y otros procesos vegetativos necesarios para mantener los pies calientes, cuando de repente me asaltó la duda de si de verdad alguien como yo estaba tan sujeto a la gravedad como se aseguraba tan arrogantemente en los libros de Física.
Dispuesto a demostrar las limitaciones de dicha ciencia, al menos en mi caso, me levanté de mi sillón y decidí prepararme concienzudamente para el gran salto. Enseguida comprendí que dos cosas eran fundamentales, si quería lograr mi objetivo: mantener calor en los pies –clave de la salud en invierno, por cierto- y una voluntad de hierro para permanecer cómodamente en el aire. Había que tener en cuenta que miles de argumentos e imágenes tratarían de seducirme, una vez tomado el impulso necesario, para volver al suelo, para obedecer a las autoridades científicas, para vivir como todos, para atenerme una vez más a la gravedad. Me iba a hacer falta una determinación fuera de lo normal, para vencer las fuerzas magnéticas terrestres y dar un salto que no terminara en el casi instantáneo e involuntario aterrizaje inevitable de los saltos de los demás.
Pero nada era bastante para amilanarme. Conocedor de todas las dificultades, algo dentro de mí sabía que, con la concentración adecuada, volar distancias cortas estaba dentro de mi alcance. Haría falta valor, persistencia, además de una espalda y unos pies de acero. Sin embargo, estaba seguro de poder hacerlo. Porque querer es poder, y porque el futuro no es más que lo que tú quieres que sea. Cerraba los ojos y me veía en el aire, exento de gravedad, flotando a mi antojo. Miles de años, de siglos, de humanos pegados al suelo e incapaces de despegar no iban a dar al traste con mi nuevo desafío aéreo. La gravedad había tenido su momento. Ahora era el mío.
Y entonces salté. Las condiciones eran óptimas y salté. Indescriptible. Desafiando todas las leyes de Newton y de la Termodinámica, abriendo nuevas puertas a la humanidad y forzando la escritura de un capítulo más en los libros de Física, permanecí ingrávido, me deslicé entre las moléculas de hidrógeno durante un tiempo impredecible. Sin embargo, problemas inesperados se interpusieron en mi aventura, pues el frío allí arriba era insoportable. Se me quedaron los pies fríos y tuve que descender apenas unas décimas de segundo después, pues, como todo el mundo sabe, los pies fríos son incompatibles con la ingravidez.
Ya de vuelta a la normalidad, y de nuevo en mi sillón de filósofo, volví a mis tareas biológicas y esperé tranquilamente la llegada del verano. Sin embargo, pronto mi mente volvía a estar inquieta ante otra presunta mentira de los científicos, esos malvados amantes del orden establecido: ¿Existen de verdad los glóbulos rojos? ¿Es un mito la respiración celular? La ciencia podía empezar a tambalearse.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Instrucciones para desquererse

Antes de empezar, conviene hacer la advertencia de que no todo el mundo está preparado en todo momento para comenzar la costosa labor de desquererse. Es más que posible que se encuentre usted en uno de esos estados en los que querer a alguien le resulta fácil y cómodo. Quizás es usted de los que piensa que el amor recíproco siempre trae más ventajas que inconvenientes. Bien, si ese es el caso, no se preocupe, siempre puede usted seguir leyendo, consumiendo cultura o preguntando a los amigos por sus experiencias. En cualquier caso, la verdad del desamor le espera a usted a la vuelta de la esquina, en la próxima canción que escuche, en la habitación de los vecinos de enfrente o incluso escondida en la farsa de cada luna de miel.
No se deje engañar y no se desanime: tarde o temprano perderá la fe en el amor, podrá ser tachado de la lista de los mediocres y empezará a ser tenido en cuenta entre los lúcidos.
Si, en cambio, ya es usted de los que disfrutan de ese sano escepticismo y cree, con toda razón, que los pequeños detalles sí que importan y que el amor y la libertad se excluyen mutuamente, está preparado para entender y llevar a la práctica estas sencillas instrucciones que le librarán, en no más de tres semanas, de la persona querida. Empecemos.
En realidad, cuando pierde eficacia ese pequeño resorte amoroso que consiste en besarse, ya se está mucho más cerca del fin de lo que normalmente se supone. Porque no lo dude: llegará un momento en que el cuerpo del otro perderá sus propiedades eléctricas. Es el momento para acabar con la relación. Seguramente, si tiene usted la mala suerte de tener una pareja con fe en el amor, tendrá que oír todo tipo de argumentaciones extrañas, tales como que el sexo no es lo más importante (¡!), o que lo que cuenta es la comunicación y la confianza. Pero no ser deje seducir por los supuestos atractivos del amor a largo plazo.
Para comenzar con el desamor primero hay que estar pendiente de uno mismo más que de la persona a desquerer. Siempre es sano y productivo una buena dosis de egoísmo y amor propio. A tal efecto servirán actitudes groseras e infantiles como mirarse en el espejo con fruición en lugar de mirar al otro y meterse los propios dedos en la boca en el momento del coito, dejando los dedos de la persona no amada en la soledad de sus propias manos.
De lo que se trata es de ir mermando la fantasía del que tenemos al lado. Hay que bajar de las nubes de la monogamia a cualquiera que piense que nuestro deseo sabe renunciar o concentrarse en una persona. Detalles como no decir nunca su nombre o llegar sistemáticamente tarde a las citas son parte de la buena rutina.
En un par de meses tendremos a la persona abatida, por debajo de un nivel aceptable de dignidad. Es posible que comience a llorar por teléfono, a querer abrazarnos por cualquier motivo y a escribir compulsivamente cientos de páginas sobre lo mucho que nos quiere. Es más que fácil que retome el diario de adolescente para contarse a sí misma lo dura que es la vida. En este momento hay que seguir adelante y no humillarnos a nosotros mismos con ninguna clase de arrepentimiento. El sufrimiento es la señal de que hacemos las cosas bien.
Para la ruptura y abandono finales se procederá de la siguiente manera. Se escogerá un día especialmente caluroso. El momento adecuado del día es a las seis de la tarde, hora particularmente sin salida. La cosa ha de ser rápida pero intensa. Conviene no acercarse mucho para no llevarse a casa olores que no queremos. En el recuerdo ha de quedar sólo lo malo de la persona: intereses monogámicos, ataques de celos, errores de pronunciación, etc. La despedida estará llena de ironía y juegos de palabras, pues la entrada en el mundo de la lucidez del soltero siempre ha de ser un tanto humillante para quien se queda fuera.
Finalmente se deja de ver a la persona para siempre, sin concesiones. Los regalos mutuos se mandan por correo y las cartas se queman de un modo definitivo, viendo en el humo de los papeles el conjunto de nuestras debilidades que van quedando atrás de un modo rotundo. A continuación nos sentamos en nuestro sillón de lectura ­–imprescindible uno– y esperamos al día siguiente con el orgullo del daño hecho y la confianza en lo por venir. Esto último es impredecible y cada cual tiene que afrontarlo a su manera, solo, como estará.

lunes, 10 de diciembre de 2007

domingo, 2 de diciembre de 2007

Cuentos para el deshielo

Por lo que nos contaban, el futuro no era más que un desastre ecológico, un deshielo inminente. El cambio parecía ser ya y afectarnos a todos y de la peor manera: miles de especies desaparecidas, subidas en el nivel del mar, aumento de temperaturas, terremotos diarios, colisiones de planetas, playas de lava, ríos vacíos, nubes de fuego, otra vez el fin del mundo. Fue entonces, bajo este clima sin salida, cuando ya nada parecía tener sentido, y cuando todas las cigarras del mundo empezábamos a tener razón, cuando la conocí.
Cuando conocí a Lucinda, ella era lo que sigue siendo ahora: una hormiguita sencilla, afanosa y responsable, dulce y seria, preocupada, como todas, con esto del deshielo. Ella sólo pensaba en colaborar, en cambiar el curso de las cosas, en prever, en predecir y en entender el porqué.
Mi primer intento de cigarra fue la seducción. Quise hacerle olvidar y dejar atrás su hormiguero, para que viera las cosas buenas de la vida, para que aprendiera a sonreír, a cantar y a poner cara de niña mala y despreocupada durante sus primeros besos.
Y funcionó, pero sólo un poco y sólo al principio. Ella, como hormiguita que era, siguió con sus convicciones, con su entusiasmo por reciclar con eficacia, por probar con energías renovables. Sin quitarse sus gafitas de hormiga ordenada y limpia, me pidió que cambiara los cuentos por la realidad, las canciones por el diálogo comprometido. Y sin yo pedirle nada, me juró amor eterno para cambiar el mundo, para frenar el deshielo, para mejorar las cosas. Me ofreció invertir en un amor sano y ecológico, una apuesta por el futuro.
Como cigarra, y sin más fuerzas que para vivir el presente, le escribí una canción que empezaba en La menor y que acababa viéndola marchar. Desde entonces ha habido miles de hormiguitas en mi vida. Un sólo deshielo, que no termina de llegar y que es el miedo de la humanidad al futuro. Pero eso sí, miles de Lucindas que nunca aprenderán a vivir y que se dejarán derretir antes de tiempo.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Mis amigos y yo

Mis amigos y yo nos distraemos, entre otras cosas, de la siguiente manera: los domingos por la mañana salimos de nuestras casas en busca de alguna montaña lejana, dejamos atrás unos cuantos pueblos, nos dejamos querer, desviamos el curso de un río y nos volvemos a casa a merendar cuanto antes. Todo esto lo hacemos para evitar la ingrata tarea de calcular lo bien acompañados que estamos en el día-a-día.
Mis amigos y yo somos de los que nos decimos las cosas y tiramos de imaginación para hacernos morder el polvo, cuando alguno, en el mejor de los casos, inventa mentiras sobre el otro para confundir sus recuerdos o le mina la moral haciéndole ver lo mal que conduce, cuestión en que los hombres siempre andamos inseguros. A veces, en los momentos más difíciles de las excursiones, cuando el aire nos falta a alguno, o cuando el tobillo nos traiciona y nos enseña el dolor que hay escondido debajo de cada piedra, hacemos los demás observaciones sobre gorditos y cobardes, sobre la falta de tiempo y sobre lo que nos falta por aprender. En ese momento el amigo caído se queja de falta de ayuda y empatía, siendo estas las palabras más repetidas en la consiguiente discusión que dura hasta la hora de comer. El enfado termina cuando alguien dice eso de qué bueno está todo en el campo, momento celebrado por todos con el ritual de compartir servilletas, frutos secos y mandarinas.
Pero todas estas maldades están más que calculadas y no son más que nuestras pequeñas estrategias para mantener alerta y entrenado al amigo, pues todos sabemos las heridas y rozaduras que causan los otros que no son los amigos.
Porque cuando estoy con mis amigos, se me olvidan las ganas de contar hasta mil y pienso en esas pequeñas cosas que nos afectan a ellos y a mi, en canciones y en juegos, en chistes malos contados en su momento y en esas palmaditas disimuladas que nos damos en la espalda y que en realidad son caricias escondidas que se muerden la lengua y que se quedan pensando "no te alejes".También, cuando estoy con mis amigos, se me ocurren cosas como hablar con ellos y pedirles su opinión, y me sirven de espejo para ver si llevo bien mi vida y para no caerme en las maniobras difíciles del amor y del trabajo. Y es que lo que tienen mis amigos, al menos los míos, no es que estén en los buenos y malos momentos, al modo de los amigos de los demás. Mis amigos son esas personas que crecen en mi memoria, que a veces me llaman, que a veces me dejan solo, que se ríen cuando yo quiero que se rían y que siempre saben por qué y cómo me ilusiono con ellos.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Noches


De pequeño soñaba con perder el equilibrio, con caerme por agujeros, con perder las cosas de los bolsillos, con llegar tarde a casa. La angustia de pequeño no tenía forma concreta, ni nombre, ni razón. De niño, y sin saber que lo sabes, intuyes que en cualquier momento puedes abrir los ojos y estar solo. Porque la noche dispone de cierto mecanismo que te puede dejar sin nada. Un mecanismo que se repite al azar, durante varios años, que te avisa y ante el cual nada se puede hacer. Tan solo despertarse y tratar de comprender.
El amor, más que nada, es un intento complicado de pasar el relevo, de ser pequeño cuando ya eres mayor, de querer que te quieran como nadie puede, que te den lo imposible cuando ya no es el momento. Y lo sé porque me acuerdo bien. Porque para mí la infancia fue ayer, tanto fue lo que soñé.
Y es que en algún momento de nuestra infancia jugamos una determinada partida, no se sabe de qué ni contra quién, pero su resultado es tan decisivo que el resto de la vida va a ser, bien una búsqueda de revancha, bien una celebración. A eso también se le llama personalidad.
Y no se puede olvidar. Podemos contar hasta tres, hasta cien, o hasta mil, pero al abrir los ojos la infancia siempre estará ahí, para bien o para mal. Y habremos ganado o habremos perdido. Pero no podremos olvidar.
Sin embargo, siempre quedará otra opción disponible. Más incómoda, incierta e incompatible con una fácil felicidad. Sólo para inconformistas. Sólo para aquellos que se atrevan a ser lo que pueden ser. Me refiero, claro, a seguir jugando.

domingo, 7 de octubre de 2007

Qué hacer para levantarse después de ciertos sueños

Expongamos los hechos: Hay mañanas imposibles de afrontar. Y no me refiero a los lunes, o a cuando hace frío y llueve, que no son más que la tristeza del cobarde. Quiero decir esas mañanas que, después de soñar, te devuelven a tu vida normal, que te dejan caer bruscamente en tu cama, en una casa y en una ciudad en las que la cosas son lo que son y donde ya nadie sueña. Porque te despiertas de soñar y ya todo es cuesta abajo, una entrada dolorosa en una realidad donde tienes que elegir, donde no se puede tener todo. Levantarte es dejar de imaginar, de inventar, de mezclar, de querer libremente. Porque soñar es eso, es quedarte con lo mejor de lo que has visto durante el día, durante tu vida. Es una manera de recuperar de golpe todo lo perdido, una manera nocturna de vengarte, una forma de llegar y de alcanzar esas metas de otro modo inalcanzables, esos labios inexistentes fuera de ti. Soñar es, digámoslo ya, el mejor momento de tu vida aunque no vayas vestido para la ocasión.

Posibles soluciones: Bien, partiendo del hecho de la pérdida que supone levantarse, sabiendo que lo mejor ha pasado y que lo peor está por venir, hay que afrontarlo de la mejor manera posible. El catálogo de instrucciones a seguir sería el siguiente:

a) En primer lugar conviene no hablar con cualquiera: la realidad está llena de no soñadores que no entenderían nuestro problema. Con esto descartamos al 90% de la población. Mejor.
b) Elijamos una buena música que nos aísle. Fijémonos en las letras. (Necesario un mp3).
c) En reuniones con no soñadores siempre escaparse mirando por la ventana, con la vista perdida en el punto más lejano.
d) En caso de duda, elige a quien más y mejor se ría. A quien más y mejor se acerque a ti. Elige a quien te sepa rozar.
e) Desconfía de los que abusan de la palabra “normal”: no te están dejando ser.
f) Llegado a este punto de evasión, ya sólo nos queda una alternativa: buscar soñadores. Los soñadores son pocos pero siempre están alerta. Sabrás reconocerlos porque son como tú. Te mantienen la mirada y sabes que siempre quieren decir algo más de lo que dicen, que detrás de cada palabra hay una invitación a perderse contigo, que detrás de cada sonrisa se esconde una provocación para quedaros a solas un poco más de lo decente. Se reconoce a un soñador porque son iguales fuera y dentro de tus sueños. Nunca le digas que no a un soñador.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Milton, viajero intratable

Milton sabe que vivir es una búsqueda desesperada, un intento patético y contrareloj de encontrar no se sabe qué. Viajero intratable e incondicional de sí mismo, lúcido lector de otras vidas ejemplares, vive con esta prisa sana del que busca, porque Milton sabe que querer libera, que sólo con metas claras y propias la vida vale la pena.
De la experiencia ha aprendido a renunciar a la comunicación, al trato, al acuerdo, a esa pérdida de tiempo que los otros llaman diálogo. Porque Milton sabe que la única manera de vivir es seguir, que quedarse es empezar a morirse, y que el único ritmo soportable es el de uno mismo. Seguir y seguir solo. Esa es la única manera digna e intensa de estar vivo. Porque detenerse es siempre una espera, una triste ocasión para que la vista se nuble, para que se pierdan los mapas y el sentido de la orientación. Si te quedas quieto, el suelo se curva bajo tus pies y todo se convierte en hielo donde resbalar.
Para todo destino, pese a todo compañero, seguir es la única respuesta a todas las preguntas de Milton. Seguir y no quedarse a esperar. Nunca quedarse a esperar. Porque en cada parada la vida se acorta insoportablemente, con cada convivir, con cada intercambio sin sentido de palabras, con cada vez que se alcanza el maldito término medio. Nada de eso vale para Milton, viajero hiperbóreo y solitario, que cree en sí mismo y cree honestamente que sólo andando, y andando solo, se deja atrás la flaqueza del querer formar parte.
Todo eso cree Milton y cree bien. Y no sabe entonces qué hacer con su gente.









Canción: (Salitre, de Quique González)

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Aforismos filosóficos ilustrados

A ver qué os parece esta colección de aforismos filosóficos para aprender a ver las cosas del otro lado. Ilustrados con imágenes que ayudan a pensar.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Propósitos de principio de curso

Vale, este año sí, este año sí que empiezo fuerte de verdad, me voy a tomar en serio a mí mismo y voy a tener tiempo para todo, porque es cuestión de organizarse, de tenerlo por escrito, de decidir que voy a estudiar más, unos cincuenta libros tirando por lo bajo, contando los días de baja, los días en que no hay más luz que la del día, para leer hasta caer dormido, libros de historia, de cine, de música, de filosofía, claro, para la tesis, para tener cultura, porque hay que leer, hay que hacer mucho más deporte, mínimo cinco días a la semana y un poco de todo, jogging, pesas, tai chi, natación -lo mejor para la espalda-, kung fu -un toque exótico-, baloncesto y padel con los amiguetes, todo lo que haga falta, vamos, que luego llega el verano y vas a la playa y te das cuenta de que no se puede perder el tiempo, no sé, porque hay gente que dices, qué hacen estos, sin aprovechar su tiempo y les ves solos, desnudos, perdidos, demasiado flacos, demasiado gordos, demasiado incultos, sin saber qué decir, sin saber qué hacer con una guitarra en las manos, sin blog propio, sin cine propio, porque eso sí, hay que hacer cortos, dos o tres al año como poco, al menos una obra maestra, dos si colaboran los demás y se dan cuenta, como yo, de que hay que aprovechar el año, disponer del tiempo disponible, claro que, si no, yo se lo recordaré, a todos, en inglés si me entienden, porque también inglés y alemán, imprescindibles los idiomas, que no? dos horas a la semana para cada uno, ejercicios de gramática, listening, pelis en V.O, conversation with natives if possible, y sin olvidar el tiempo para la guitarra, mi obsesión, dos horas al día, tres el finde, porque he de tocar como Ray Vaughan para el próximo curso y bueno, dedicarles tiempo a los amigos, que todo es tiempo dedicado al fin y al cabo, como el amor, como escribir, para encontrar otra vez mi chica, para encontrar otra vez mi estilo, para que te digan, ey, qué bien que aprovechas tú tu tiempo, que se nota que tú sí sabes qué hacer, sí sabes qué decir, que te tomas en serio a ti mismo y tus propósitos de principio de curso.

jueves, 6 de septiembre de 2007

M a l l o r c a


Cuando los primeros pueblos llegaron a Mallorca, allá por la época de los celtíberos, los fenicios o qué sé yo, lamentaron no haber inventado ya la cámara fotográfica. Porque Mallorca no es una isla para vivir, ni para conquistar, ni para convertirla en capital de nada, ni para discutir acerca de quién y para qué es la isla. Cualquier cosa que no sea mirarla y quedársela en la memoria será una manera más de desaprovecharla.
En Mallorca conviven edificios renacentistas, iglesias góticas, playas y calas inexplicables, pueblos históricos con casitas de piedra, persianas verdes y palmeras en el jardín, millones de turistas desorientados y antiguos pobladores que tienen la suerte de ser de allí.
Cualquier persona de buen gusto puede pasar allí una semana más que perfecta, empezando y terminando cada día en paisajes distintos que nos hacen dudar de si de verdad Mallorca apareció por azar en medio del Mediterraneo. Demasiado bien diseñada. Demasiado fotografiable.

martes, 21 de agosto de 2007

Toda la verdad sobre los peones

Que los peones son unos seres pendencieros debido a su complejo de inferioridad es algo que todo el mundo sabe. Lo que ya no es tan conocido para la gente ajena al mundo de ajedrez son los detalles de su comportamiento, sobre todo durante los fines de semana que todas las piezas del equipo pasan juntas cuando juegan fuera y han de compartir casa. Su conducta, entonces, es deplorable y una auténtica vergüenza. Lo que sigue es algo que no podría decirse, por ejemplo, de un caballo, tan curioso y obediente, o de un alfil, tan atento y limpio.
Ya es muy indicativo de la retorcida personalidad de los peones la forma que tienen de levantarse y de dar los buenos días. Nada más abrir los ojos un peón, lo primero que hace es contar a gritos todo lo que ha soñado esa noche, sin importarle que los demás aún estén durmiendo o incluso si les interesará a estos que el peón haya soñado con álfiles azules derritiéndose en un gran caldero cuyo fuego es avivado por peones caníbales, o con torres y caballos despedazándose mutuamente en un gran circo romano con las gradas llenas de peones disfrazados todos de Calígula.
Como los peones son terriblemente madrugadores y despiertan a los demás, todos llegan a la hora del desayuno con unas ojeras que no quisieran. Es éste un momento muy esperado por los peones, más que nada por las posibilidades que da el desayuno para manchar irremediablemente a los confiados álfiles que, por haber ido todos a colegio de pago, son muy amantes de la limpieza y el orden extremo. Los peones lo saben y aprovechan el menor movimiento para tirarles encima el zumo de tomate, momento en el que el álfil salta hacia atrás horrorizado, dándose cuenta de que ya es muy tarde y que no le queda tiempo para cambiarse el uniforme antes de la partida. Entonces los demás peones celebran la broma riéndose de forma grotesca y ruidosa, abriendo exageradamente las mandíbulas para dejar ver la comida que están masticando, lo cual provoca malestar y vómitos generales.
Poco después, cuando todo el equipo se dispone a coger el autobús que los llevará al tablero, los peones se apresuran a subir los primeros para asegurarse los asientos de detrás. Para entonces, las demás piezas ya han empezado a murmurar sobre las medidas a tomar con los peones. Seguramente se tomará la misma determinación de cada día y se les limitará el movimiento a una casilla durante toda la partida.
Ya en el autobús, los peones empiezan a cantar en falsete rancheras de la peor época de Negrete, pero con unas letras que se inventan ellos, cuyo contenido ideológico liberal molesta a las torres, declaradamente católicas. Tan ofensivo resulta para ellas, que han de bajarse del autobús y coger un taxi, lo cual aumenta considerablemente los gastos del equipo.
A veces uno de los peones finge tener un ataque de ictericia, quejándose de picores y dolores ariticulares. Todo esto obliga al autobús a parar durante media hora, razón por la cual se suele llegar tarde a todas las partidas. Cuando el médico del equipo ­–que en realidad es un viejo caballo retirado que tiene la carrera de medicina, y que sigue acompañando a sus compañeros– examina al peón indispuesto y comprueba que no tiene nada, éste dice sentirse mejor y que todo era psicológico. Todo esto molesta mucho al viejo caballo-médico, que es enemigo de las vanguardias y de las medicinas alternativas. La ocasión es aprovechada por los peones, que se pasan el resto del viaje contando chistes sobre homeópatas, para lo cual están especialmente dotados.
Después del viaje que los peones hacen padecer a los demás, se llega al tablero, casi siempre tarde o con el tiempo justo. Precisamente, es en el vestuario donde las piezas se cambian antes de salir a jugar, donde el mal comportamiento de los peones alcanza un grado realmente ofensivo y de mal gusto. En esta ocasión, las víctimas predilectas vuelven a ser las torres, cuyo extremo y católico recato hace que les resulte muy embarazosa esta situación.
Nada más entrar en el vestuario los peones comienzan a mirar lascivamente a las torres, aunque en realidad no sean del gusto de éstos. Estas miradas incomodan a las torres, que buscan los rincones más apartados para poder cambiarse en paz. Ni que decir tiene que los peones no dejan en ningún momento de pasar por delante de las torres, mostrando su animal sexualidad, paseando con unos calzoncillos mínimos, por los que dejan asomar sus enormes vergas de peón. Incluso, si les parece oportuno, alguno finge resbalar y caer encima de la torre, acción que siempre es seguida por el amontonamiento de diez o doce peones desnudos encima de la pobre torre, que no sabe en qué postura ponerse para evitar el roce con los peones. Estos, en ningún momento dejan de meter mano a la torre, con la excusa de que todo es una broma y de que ahí nadie es homosexual. Dicen los peones que el hecho de alcanzar la erección durante esta travesura se debe simplemente al viaje en autobús, que ya se sabe.
Sin embargo, todo acaba cuando empieza la partida, momento en que los peones parecen transformarse y aceptan con una disciplina asiática las órdenes de sus superiores, así como el consabido castigo que limita sus movimientos a una casilla por jugada.
Los expertos en pedagogía moderna y amantes del mundo del ajedrez se han cuestionado siempre acerca de la conveniencia del castigo tradicionalmente aplicado a estos incorregibles, es decir, la limitación de sus movimientos durante la partida a una casilla por jugada. Incluso se han planteado la posibilidad de un tratamiento alternativo basado en la comunicación y en la tolerancia. Estos autores se basan en la idea de que dicho comportamiento tiene en su origen un sentimiento de inferioridad, para lo cual la comprensión y la integración son la mejor medicina. Incluso hay quien ha querido ver en la conducta de los peones una analogía con el papel desempeñado por las clases sociales menos favorecidas en las revoluciones sociales. En el ámbito de la psicología también hay autores que los han comparado con los delincuentes reincidentes más peligrosos, queriendo interpretar la conducta de ambos, delincuentes y peones, como una manera de llamar la atención, con la que intentarían compensar una falta fundamental de afecto durante la infancia. Finalmente, desde la biología se ha apelado a una dotación genética inferior de los peones, lo que explicaría su falta de capacidad para aprender las normas sociales básicas de convivencia.Como puede verse, todavía no hay nada claro sobre el extraño fenómeno del mal humor camorrista de los peones. Hasta que aparezca una alternativa mejor, lo más seguro parece ser seguir manteniéndolos en la disciplina de una casilla por movimiento.

miércoles, 8 de agosto de 2007

London: 24 hours open. The greatest endless city.

Foyles Bookshop and the Ray’s Jazz Café, the 45 theatres in the city center, St. James Park, the Soho, The Thames and its ships, Candem Town Market, Covent Garden with its Arts and Craft Market and its street performances, the great Ronnie Scott’s Jazz Club with its best live jazz music in Europe, the Pizza Express Jazz Club, the Ain’t Nothin' But Blues Bar, The Prince Charles Cinema, the Freud House and Museum, the National Film Theatre, Virgin Megastore for Cd’s and Dvd’d and musical instruments, Portobello Market, live music in different Tube stations, the Shakespeare’s Globe Theatre, The British Museum and the British Library, the Tate Modern, the Natural History Museum, the Science Museum....
I’d better not go on because I would need more than a blog to talk only about my favorites places in London. For you won’t never have enough days in your live so as to take everything that this great city is able to offer you. London is a crossroads, a big meeting point for different races and cultures. London is a space for understanding, a big and crowded street, full of different colours and languages, where everyone knows that the most important thing is the coexistence.
It’s a city for everyone and for no one, a land without a owner, opened to suggestions, always looking forward to improve. London is a very fond of people city. There are everywhere thousands of signs to indicate people where they are and which way they have to follow to reach the places they are looking for. With no doubt, London is the best selfexplained city in the world.
You could spend a whole life walking along London’s streets, or going out every night, trying to know every new venue in the Soho or Covent Garden. You could spend all your money by going to the theatres to see the 30 musicals you can find in them. But there will be no point in that, because London is an endless city, a kind of kaleidoscop of mankind which is always changing and growing to impress you.
Updating the famous Kennedy’s sentence, I’d say that I’m also a Londoner.


jueves, 26 de julio de 2007

"Buscando a Lucía"







Tantas veces lo soñamos que se ha hecho realidad. Ese es el punto de partida sin retorno de todos los que formamos este proyecto. "Buscando a Lucía" es el título de un corto que hemos rodado con el objetivo de que todos os quedéis durante un rato sin respiración. Porque ésta es una historia de amor, de miedo, de miedo al amor y de amor al miedo. Porque la vida es buscar y encontrar y perder y volver a buscar. A Lucía o a quien sea.
Los que salimos en las fotos somos los responsables de lo que pueda salir de todo esto. Y también de un gran fin de semana en el que todos nos olvidamos de nuestras vidas cotidianas y tratamos de buscar a nuestra Lucía particular. Creo que a todos nos funcionó. Tres días como tres grandes pasos para acercarnos a nuestro lugar en el mundo. En el mío, desde luego, además de cámaras, actores, guiones y buenas ideas, también están Rober, Vicky, Jose Luís, Sara, Sandra y Juanma.
¿Qué le vamos a hacer? El que busca, encuentra.

viernes, 13 de julio de 2007

Rayuelas

























Se trata de cruzar o no la línea. En el fondo, siempre se trata de eso, de quedarse o no, de cambiar o no de casilla, en este juego inevitable. La cuestión es avanzar, pasar al otro lado, transgredir alguna norma interna. Ese es el placer y ese también es el goce, esa oscura manera que tenemos los animales con lenguaje de sufrir a gusto. Sin quererlo, pero repitiendo una y otra vez.
Como dijo Lacan, el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Eso quiere decir, sin más, que vivir es como estar jugando a la Rayuela constantemente. Las casillas que hay que saltar son las palabras, claro.
Y al igual que el juego y que el lenguaje, la vida pasional tiene su propia gramática, con sus combinaciones posibles, con sus faltas. Unos deseos se acentúan y otros no; unas fantasías cumplen con la transitividad y otras no. Del mismo modo, siempre hay personas que riman contigo y que te permiten terminar los versos.
Así que uno anda por la vida jugando a su Rayuela, dando pasos calculados de antemano, siguiendo un orden, construyendo frases que sirvan para toda la vida.
Pero la cosa se complica bastante cuando uno se cruza con los demás y comienzan cosas como escribirse mutuamente, que no es más que una manera elegante y duradera de mantener la mirada. Porque te escriben una carta y estás perdido. Miras a alguien de más y estás perdido. Cuando alguien te mira es como empezar a hablar otro idioma, donde todo cambia, donde ya nada es lo mismo. De repente el otro es un abismo, una realidad inexplicable, una invitación a vivir de otro modo, en otras camas, en otros sueños. Entonces comprendes que conocer es empezar y que querer es, de algún modo, ir terminando.
No hay, por tanto, posibilidad de jugar a una sola Rayuela. Uno juega a la suya y a la de los demás. Las palabras se llenan de significados distintos que hacen de la comunicación algo imposible, algo lejano. Porque, ¿qué significan, si no, palabras claves como sexo, como piel, como inevitable?
Sin embargo, no nos resignamos y buscamos palabras para sujetar lo que deseamos, para asignarles una función en nuestra desconocida gramática del deseo, para que ella o él entre en el juego de nuestra propia Rayuela.
Pero todos sabemos que sólo jugando se aprende a jugar, que los símbolos no son más que aproximaciones, y que lo real se nos escapa entre las manos. Del mismo modo que sabemos que cruzar o no la línea es irrelevante, porque siempre caemos del mismo lado, del lado en el que estamos solos y el juego vuelve a empezar. Paradójicamente, una razón más para ser feliz.


martes, 10 de julio de 2007

Escuela de Guitarra

Bueno, este video que tenéis aquí es un insuperable duo de guitarras formado por mi profesor Frank Crespo, al que podéis ver disfrutando con la improvisación de un perfecto rockanroll, y yo mismo, al que podéis ver sufriendo para maltocar el ritmo recién aprendido.
Si queréis aprender a tocar así, pasáos por su academia Guitar Sounds, en Valencia (Barrio de Ruzafa). El teléfono de Frank es el 655461550. Podéis llamar y preguntarle cuántos días tarderéis en tocar como él. Le encanta esa pregunta.

viernes, 29 de junio de 2007

Preguntas sencillas para una extraña sensación

¿Qué?
Sentimiento de vacío, una soledad injustificada, una necesidad de decir las palabras que enganchen para siempre. Algo parecido a una despedida, a esa horrible idea de no volver a ver, a ese no saber qué decir en el momento. Se perece a un sentimiento de culpa por no haber hecho bastante, por no haberse atrevido a decir más, por sentirse un poco más feliz que los que dejas atrás. Es una extraña sensación de haber desaprovechado ciertos momentos, para querer más, para querer mejor, para haberse acercado a los dolores ajenos y haberlos convertido en risas.

¿Cómo?
Poco a poco, repentinamente, todo a la vez, sin darte tiempo a planear otro final. El año se termina como se terminan las canciones, de repente, sin que tú quieras, devolviéndote a una realidad que nadie ha llamado, que se empeña en imponerte el silencio de una habitación a oscuras. Entonces cierras los ojos e intentas que la melodía se quede, acordarte de la letra de la canción, sabiendo de sobra que rebobinar no es lo mismo, que volver a escuchar lo mismo no es nunca lo mismo, que el instante ha pasado y que esa primera vez se ha ido para siempre, que ya pasó ese momento de conocerse y de saber que algo iba a suceder o no.

¿Cuándo?
El último día, el penúltimo, imposible acordarse. Durante un viaje en tren, cualquier miércoles por la mañana, en la primera despedida más larga de lo habitual. Quizá el segundo día de verlos a todos juntos, cuando empiezas a notar que alguien sobresale, que alguien ha dilatado sus pupilas de más y que deja de respirar momentáneamente para oirte un poco mejor.

¿Por qué?
Sin respuesta coherente. Quizá por la nostalgia de esa electricidad que se produce de vez en cuando entre las personas. Tal vez por insistir en la creencia en ciertos besos que curan, por evitar un miedo nocturno a no saber nada del deseo, por esquivar con cualquiera esas noches sin sueño en las que decides que estás solo. Y por no entrar en esa carrera sin sentido por hacer del roce ocasional un arte permanente.

¿Quién?
Todos en general. Ella en particular. Sólo ella en particular. Ella, que sabe existir a su manera, pero que me tengo que inventar cada día un poco. Para que todo tenga sentido, para que el libro se siga escribiendo, para que el amor no vuelva a ser un juego de ganadores y perdedores.
Sólo ella, en clave pero de un modo inequívoco, sabrá decirme hasta qué punto me la invento y hasta qué punto existe de verdad. Y lo hará, como siempre, midiendo y saboreando mis palabras, dejándose atar por ellas, calculando las suyas, sabiéndolas elegir una vez más, diciéndome que quiere, que claro que quiere.
Y sólo yo sabré si puede.










(Canción: Canto, de Bunbury)

sábado, 16 de junio de 2007

3, 2, 1... Hasta siempre Ribalta

Sí, ya lo sé, a mí tampoco me gustan las despedidas. Pero no quiero que nadie se sienta despedido. Porque para eso haría falta no volver a verse más, y no creo que eso ocurra, al menos con muchos de vosotros.
El Ribalta ha sido una especie de gran familia escandalosa, un vecindario de gente educada y atareada saludándose compulsivamente por los pasillos, una mini-ciudad llena de ofertas culturales y de escaparates humanos.
Me gustaría agradeceros a todos el fabuloso año que he pasado en el instituto.
Empezando por esos compañeros que han terminado siendo amigos, que han sabido alargar la semana hasta ese concierto del domingo por la tarde, y que piensan como yo que lo mejor del día es un almuerzo colectivo.
A mis niñas listas con gafitas de Cuarto de ESO, que me pedían más y más información sobre el mundo y sobre la vida, y para las que ninguna clase era nunca suficientemente larga. Con vuestro idealismo e ilusión en una vida justa me habéis hecho volver a creer en que una izquierda comprometida e inteligente es posible.
A esos alumnos divertidos y futboleros que hacían que las clases fueran de todo menos trabajo aburrido, que sabían mover el balón del diálogo y estar cada uno en su sitio, haciéndome sentir una especie de Messi de la educación.
A todos esos psicólogos en potencia de Primero de Bachillerato, que me han demostrado que el cariño y la alegría son la mejor manera de vivir y de venir al instituto. Con ellos cada clase era como una vuelta a una familia armoniosa y echada de menos, donde cada uno estaba dispuesto a dar lo mejor de sí mismo para ayudar a los demás. Os habéis ayudado entre todos a ser más felices y mejores personas.
Y qué decir de mis dos clases de Segundo de Bachillerato, llenas de lo mejorcito de Castellón. Es un lujo ser profesor cuando te reciben en cada clase con sonrisas llenas de complicidad y fantasías luego confesadas. Daros clase ha sido en muchísimos momentos como quedar con tus amigos de verdad para hablar de las mentiras de la vida. Habéis confiado en mí hasta el último momento, haciéndome subir hasta la altura nunca prevista de vuestras propias fiestas y despedidas. Chicos y chicas, estuvísteis geniales en los momentos más difíciles.
A todos, muchas gracias, muchos besos y hasta siempre.

P.D: Para estar en contacto lo único necesario es querer.
(En las fotos no estáis todos, en mi recuerdo sí)


sábado, 2 de junio de 2007

Discurso para la graduación de alumnos de Segundo de Bachillerato del Ribalta.








(Canción: Kill Bill, Vol.1)


(Esto es para los que se sentaron más allá de la tercera fila y no oían nada....)



Hola. La verdad es que con este micro tan moderno me entran ganas de presentar los premios MTV. Y de liarme con Britney Spears, claro.
Bueno, antes que nada me gustaría agradecer a todos los alumnos la confianza y el honor que supone la oportunidad de hablaros por última vez. Además en este día tan especial para vosotros en que, veo que alguien se ha peinado un poquito demasiado... En fin, que os hacéis tan mayores como exagerados, ¿eh? Esto al final parece la entrega de los óscars, pero bueno.
Voy a aprovechar esta oportunidad, como iba diciendo, para hablaros claro. De hecho, esta es la lección que estábais esperando, la clase que todo el mundo querría tener. En el fondo será como una clase más, aunque en esta ocasión, y para variar, sólo hablaré yo. A ver si hoy nadie me interrumpe con eso de “ha tocado ya, ha tocado ya...”
Se me ocurre empezar diciendo algo tan grandilocuente como que la vida no es un camino hecho, no es algo trazado ya, sino que es una oportunidad, para hacer de ella lo que queráis. La vida es como una caja vacía. Pero no en el mal sentido, como si al abrirla no hubiera nada dentro. Al revés, hay que verlo en el buen sentido, en cuanto que nos cabe dentro todo lo que nosotros queramos poner. Y también dejar fuera lo que no, claro.
Por ejemplo, este año, habéis decidido meter en vuestra vida muchas horas de estudio y habéis dejado fuera toda la diversión. No habeis salido los fines de semana, ni en Magdalena, ni nada.. Yo habría querido que estudiárais un poquito menos, pero bueno...ya está hecho. Eso os pasa por hacer caso a vuestros padres, a quienes aprovecho para saludar...¿Qué tal? ¿Todo bien? Pues ya veis, aquí es donde estudian vuestros hijos y donde pasan tantas horas. Aquí están sus clases favoritas, la cantina está allí al fondo, y las demás clases...bueno, es igual.
Porque, como iba diciendo, esas horas de estudio luego se notan ¿eh? En clase, por ejemplo, ese interés por la asignatura, y ese compañerismo. Porque otra cosa no, pero buenos compañeros... sí que lo sois. Por ejemplo, cuando preguntas en clase quién ha hecho la redacción que mandé: nadie levanta la mano. ¿Por qué? No porque no la hayan hecho, sino por no dejar mal al compañero que, por lo que sea, no ha podido hacerla. Eso es compañerismo. O en los exámenes, cuando nadie quiere pasar del 5.5 para no dejar en evidencia a los demás...
O cuando le decís al profesor: pasa lista, pasa lista, que hoy han faltado muchos...
Veo que estáis con muchas ganas de salir del instituto y de empezar una nueva etapa. Esto, de alguna manera, es como el que sale de la cárcel, que se promete a sí mismo que nunca más le vuelven a pescar. Eso es fácil, la verdad, porque en la universidad si no quieres no te pescan. No hay más que ir al bar de la facultad. Digamos que hay demasiada gente... Entras en el bar y hay que hacer una cola de 1 km para pedir una empanadilla. Que tú dices, ¿qué pasa, que nadie tiene clase? Luego te asomas a una de las clases y ves al profesor y a dos tíos con gafas en primera fila.
Bueno, lo de ir al bar es una opción a tener en cuenta. Tampoco hay que ser tan freaky como para ir a clase el primer año. Aunque tampoco hay que abusar, que luego acabáis la carrera con treinta y dos años y tampoco es eso.
Bueno, supongo que en un momento como este esperáis algún consejo para la vida, alguna recomendación para que nada os duela en el futuro y para que todos podáis montar vuestras empresas y haceros ricos y famosos.
Veo, por cierto, que muchos habéis desechado muy rápidamente la idea de haceros profesores. Me pregunto por qué. Con la de cosas buenas y útiles que se aprenden en el instituto. ¿Qué sería de vosotros sin esos problemas de matemáticas o de física que tanto os van a ayudar en la vida?. Os pongo un ejemplo, por si no os acordáis. Un tren sale de A hacia B a una velocidad X, y no sé qué más de otro tren. Pregunta: ¿Cuánto tardan en cruzarse?
Y digo yo, ¿qué más da el tiempo que tarden en cruzarse los dos trenes?. Lo importante será saber a qué hora sale mi tren, para no perderlo, o saber qué tren he de coger para ir a dónde de verdad quiero ir, aunque eso de saber dónde se quiere ir es más complicado. Pero tranquilos que enseguida llega la ayuda. Porque hay muchos que no saben dónde van y cogen el tren que va más lleno, o el que no hay revisor, o cosas así. Veo que muchos habéis cogido ya el cercanías. Es que esto de los trenes es rollo metáfora, por si no lo habíais pillado. ¿Los padres, bien? Es que aquí estamos acostumbrados a que vuestros hijos no nos entiendan. Pero vosotros sí, ¿no? ¿Me seguís, entonces? Muy bien.
Bueno, el caso es que la escuela está llena de cosas útiles y claras. O si no cuando os dicen eso de “has de ser tú mismo” y pensar por ti mismo. Vamos que, haz caso a los padres, haz caso a los profesores, cumple tu horario, ve a clase, estudia, no salgas todos los días, cuelga ya el teléfono, no bebas tanto hijo, elige la carrera con más salida, ponte guapo en tu graduación, no querrás ir hecho un guarro. Eso sí, sé tú mismo. Haz todo esto que te digo, pero hazlo por ti mismo.
Qué fácil es aconsejar, pensaréis. Bueno, pues yo no quiero caer aquí en hipocresías y os voy a decir, de verdad, cómo se hace eso de ser uno mismo. Además, en forma de diez consejos claros y sencillos de seguir.
Aquí hay que estar abierto. “Open your mind” ese es el lema de hoy, ¿eh? ¿Los padres? ¿Sí? Vamos allá.

1. Entre dinero y vocación, elegid vocación, siempre. Luego si os hace falta dinero alguna vez no me llaméis porque yo también elegí vocación.
2. En la medida de lo posible no veáis la tele. En esto hay que ser tajantes.
3. La aventura es algo a lo que siempre hay que decir que sí, tengamos la edad que tengamos. Si es con amigos mejor. Si es con amigos y amigas mejor aún.
4. (Este es importante para vosotros). Si de verdad te gusta alguien, no le hagas perdidas, llámale. Y menos aún le mandes zumbidos de esos, del messenger. Hay otras maneras más románticas de fastidiar a alguien.
5. (Este es serio). No os preguntéis qué esperan los demás de ti. Es muy fácil acabar haciéndolo. Preguntáos mejor en qué queréis convertiros.
6. En cuanto tengáis la ocasión, haced algo absurdo y que no sirva para nada, como por ejemplo quitaros los zapatos cuando os estén presentando a los padres de vuestra novia o novio. O también se puede estudiar cosas que no entren para el examen. Veréis qué sorpresa eso de aprender por aprender.
7. Cambiad el sentido común por el sentido del tacto. (Este es profundo ¿eh?) Esto no quiere decir que vayamos por ahí tocando a la gente, que también. Quiere decir que es importante probar las cosas, experimentarlas, antes que dejar que te las cuenten o pensarlas con prejuicios.
8. Si todavía no sabes qué coleccionar, no lo pienses más: libros. Es la única manera de seguir creciendo.
9. Nunca elijáis a las personas por su aperiencia, o por cómo visten, sino por cómo son por dentro. Aunque también es importante saber si tienen coche o piscina. No nos engañemos.
10. Y por último, aunque yo lo he dicho en clase para provocaros, no pronunciéis nunca la frase esa de “es que los amigos se acaban por perder”. Eso es el principio de todo lo malo que os puede pasar. Hay pocas cosas que dan estabilidad a la vida, y una de ellas es la amistad. La otra es el trabajo siempre que no seas profesor.

En fin, si seguís estos consejos al pie de la letra seréis vosotros mismos, como siempre habéis querido. Estaréis sólos y pobres pero tendréis personalidad. Y si además tenéis piscina me llamáis, ¿eh?
Bien, y para terminar, simplemente deciros en nombre de todos mis compañeros que gracias por esas dos clases agradables que hemos tenido con vosotros este año. Y perdón en nombre de todos, por los problemas de trenes.
Bueno, ahora en serio, creo que hablo en nombre de todos si digo que gracias a alumnos como vosotros ser profesor es una de las mejores maneras de levantarse cada día. No sé por qué se ríen mis compañeros de delante.
Hacedme un último favor y recordad bien esto: No hay más vida que la que vosotros imaginéis. Tenéis que inventaros vuestra propia vida. En esto, como en los exámenes, no vale copiar. Tenéis que despertar al Quijote que hay dentro de vosotros y salir en busca de aventuras y de la vida que siempre habéis soñado. No os conforméis con la que creéis que os ha tocado. Si vosotros mismos, como el Quijote, no os inventáis vuestros propios gigantes serán los demás los que os acaben viendo como enanos.
Bueno, y poco más. Que, aunque no hace falta que lo diga, porque lo sabéis de sobra, no me puedo resistir a decirlo en voz alta: Os voy a echar de menos, chicos y chicas. Sí, a los chicos también.
Y aunque he dicho al principio que me alegraba de estar aquí arriba, creedme si os digo que preferiría estar ahí abajo, aunque sólo fuera por teneros como compañeros.
Mucha suerte en todo y muchas gracias.

domingo, 27 de mayo de 2007

Gustos musicales de un loveless

(Canción: A felicidade, de Antonio Carlos Jobim)








Como bien dice el neologismo, es un loveless quien no tiene amor. Pero no porque nadie le quiera, sino porque el loveless elige no tenerlo. Y la razón tiene mucho que ver con la música. Oportunidades de amor siempre hay, pero es un amor con minúscula, un amor con nombre propio, un amor que termina siempre en el desgaste y el olvido.
Y eso no interesa a un loveless. Porque éste prefiere las canciones, ese Amor con mayúsculas que se esconde en las canciones. Siempre hay un momento de la vida en que hay que elegir entre el amor y la música, entre lo terrenal y lo celestial, entre la vida real y la ideal, entre la que a uno le toca y la que uno sueña e imagina. Es un dilema inventado pero que da sentido a la vida de un loveless.
Ahora bien, la cuestión está, claramente, en saber qué música y por qué eligen estos personajes enigmáticos, solitarios, que viven a destiempo del resto de personas. Cuando uno elige vivir en la síncopa, en el contratiempo, en los matices de los tiempos débiles y de los acordes con tensión, en los silencios y en las notas de paso, uno se queda, principalmente, con el jazz. Porque el jazz es una manera constante de inventar y reinventar la música en cada compás, es la alegría del músico que se aleja de las melodía para volver a ella, sabiendo un poco más de sí mismo. El jazz es a la música como el sueño es a la vida de cada día, una manera de vivir los deseos que no se llegan a hacer realidad. Un músico de jazz se atreve a salirse del camino trazado y explora las posibilidades que hay ocultas entre nota y nota de la melodía escrita.
Dicen que el 50% de las infelicidad tiene que ver con no poder superar el pasado. Lo que no se sabe es que el otro 50% tiene que ver con no acertar en la elección entre amor y música, entre vida y arte.
Un loveless vive permanentemente en esa extraña sensación de que la vida se pasa a medida que se van acabando las canciones. Y mientras sigue soñando con esa chica que en vez de hablar le canta al oído. Esa es nuestra suerte y nuestro drama.

jueves, 17 de mayo de 2007

Rarezas del mundo animal

En los últimos congresos de zoólogos ya no se habla de otra cosa: el último descubrimiento en el mundo de la naturaleza son los animales solidarios. Lo de la lucha por la supervivencia se ha revelado como una teoría desfasada y malintencionada. Ahora se llevan los animales comprometidos. Incluso están organizados. Ver blog.
Veamos unos ejemplos para saber de qué estoy hablando.
En la India, en la Selva de Banduskai, hay una especie de orangután que se dedica, en sus horas libres, a ayudar a subir y a bajar de los árboles a todos los topos y animalillos de patas cortas y torpes que por sí mismos nunca podrían hacerlo. Esto llena de felicidad a los topos, que a su vez lo agradecen recolectando frutas de todos los colores para sus amigos los monos.
Pero eso no es todo. Hay un pingüino en la Antártida que sacrifica horas de sueño y se pasa casi toda la noche cantando nanas a los bebés focas que no pueden dormir por el ruido y el frío antártico. Además lo hacen sin pedir nada a cambio, tanto es el placer de ver dormir plácidamente a sus amiguitas recién nacidas tras largas horas de nanas y de cuentos sobre príncipes y princesas foca.
Pero el caso más sorprendente de solidaridad animal es el del armadillo de América del Norte, que se pasa gran parte del verano ayudando a cruzar el bosque a los alces ciegos o minusválidos. Y no contento con eso, nuestro armadillo, rey de la solidaridad, se ofrece voluntario para hacer cortafuegos de un lado a otro del continente, para evitar los incendios que tan alegremente provocan los humanos.
Luego está el caso del leon marino de Madagascar, capaz de decir el abecedario entero con eructos, motivo por el cual es objeto de envidia de todos los adolescentes del mundo, que suelen quedarse en la f. Lo hace, claro está, para entretener a cormoranes y gaviotas mientras incuban en sus aburridos nidos.
Y mientras todo esto ocurre en los bosques y mares del mundo, los humanos, esos seres siempre afanados en llegar antes y mejor que el vecino, miramos con cara de pena a los animales, a los que vemos perder el tiempo tratando de ayudarse los unos a los otros sin preocuparse por la selección natural, la ley del más fuerte o por la misma evolución. Menos mal que algunos humanos han comenzado a tomar ejemplo y ya se está oyendo hablar de las primeras ONG´s.

Para el que crea que todo esto es ficción, que vea el siguiente video.

lunes, 7 de mayo de 2007

Dos tipos de realidad, dos tipos de amor.

Qué difícil hablar de esto con tanta gente mirando, con esta superpoblación de faltos de afectos y de verdades que somos los blogeros y fotologeros, en esta otra realidad paralela y sembrada de bombas-mails que es Internet. Presiento lectores merodeando como alimañas, como animales hambrientos de nuevas ideas, tratando de arrancar un pedazo de carne-confesión de las palabras escogidas, intentando descubrir un nuevo punto débil, un nuevo jeroglífico para traducirme, para saber qué y a quién quiero decir exactamente en cada coma, en cada final de frase.
Sin embargo, me expongo como me gusta y afirmo sin pensar que hay dos tipos de amor, uno para cada tipo de personas, uno para cada tipo de realidad.
Primero está el amor de siempre, el de los domingos por la tarde, el de buenos días cariño, qué tal has dormido. Es el amor del compromiso, el resultado de un cálculo inconsciente de probabilidades de ser correspondido, el amor-compra por el que nos quedamos con el mejor postor, con el más conveniente, con la persona más completa. Es el amor por el que el otro se acaba convirtiendo en el co-propietario de tu vida, de tu tiempo, en esa mitad imposible de borrar.
Luego está el amor de los pequeños detalles, el que no busca el lote completo, el que le cuesta la vida renunciar a las pequeñas miradas de complicidad que nadie aprobaría, el que fantasea con que detrás de un inocente roce de dos dedos hay miles de palabras silenciadas, escritas pero no enviadas. Es el amor inconveniente, el que se presenta a destiempo y desaparece de repente, el que tiene que esconderse en todos los mensajes anónimos, al final de ciertos mails nocturnos y en forma de unos besos de más en las despedidas. Es un amor que no sabe de fidelidades, que no se cansa, un amor para todos y para nadie.
Afortunadamente, para los que de verdad nos cuesta distinguir entre vivir y escribir, y para los que preferimos esa segunda clase de amor y de realidad, tenemos las palabras y tenemos Internet.
Bueno, claro, y lectores.

sábado, 5 de mayo de 2007

Fotos ganadoras!!!


Bueno, tras un reñido concurso, y descontando los votos malintencionados que algunos tramposos habían intentado colar, este es el resultado del concurso:

Foto artística:
Primer premio: Siesta
Segundo premio: Salta

Foto graciosa:
Primer premio: Éxtasis de Santa Teresa
Segundo premio: Nuestro chino interior

Gracias a todos por participar y por votar. Esperamos que éste no sea el último concurso de fotos, pues también esperamos que éste no sea el último viaje juntos.

lunes, 30 de abril de 2007

Concurso de fotos viaje Portugal 2007

Esta son las mejores fotos del viaje a Portugal que hicimos alumnos y profes del Ribalta.
Hay dos categorías de premios: foto más graciosa y foto más artística. Has de votar una foto para cada categoría. Vota anónimamente, por favor. Además, no vale votarse a sí misma (eh, Vero y Carmen, que os veo).
Gracias por participar.
P.D: El premio está por decidir, pero puede ser algo grande...

viernes, 27 de abril de 2007

Salir corriendo

A veces la vida pasa demasiado lenta y uno tiene la sensación de que poco ocurre y de que nada te basta. Te despiertas una vez más y de la misma manera y compruebas que todo se repite peligrosamente. El monstruo de la rutina se acerca por detrás y te toca el hombro con compasión.
Nada mejor entonces que salir corriendo, que atravesar tu ciudad a un ritmo frenético, que devorar los paisajes a la mayor velocidad posible. En siete minutos y catorce segundos, exactamente. Justo el tiempo que se tarda en volver a empezar, en volver a ganar la batalla, en comprobar que el mundo es nuestro campo de juego y que uno mismo decide cuándo y cómo han de pasar las cosas.

lunes, 23 de abril de 2007

Gentes del mundo: What's up?

Bueno, creo que hay personas en el mundo que lo que más necesitan no es música, sino tal vez un poco de comida, de medicamentos, de democracia, de educación. De todos modos nunca está de más mandar un saludo y una pregunta a todas esas personas interesantes que hay en el planeta, sea cual sea su edad, su raza o su cultura.

¿Qué está pasando, que no todos pueden disfrutar de su derecho a las canciones?

What's going on? Que conteste quien pueda.

viernes, 20 de abril de 2007

Fiebre

Fiebre me despierto a sesenta grados de temperatura pienso en lo que me rodea y en lo que no me faltan todas las palabras del mundo a esta maldita hora en que nada ni nadie está presente cuando más quiero sin embargo es muy tarde para arrepentirme estoy quemando y a punto de explotar me gustaría cogerte sin usar las manos atarte a mi vida y a mi cama para tener siempre esa piel desnuda y limpia sobre la que escribir pero sé de sobra que no será así que ya nunca será así porque tengo fiebre y ya no creo en detenerme sino en repetir y estoy como recién salido del horno y no puedo ni pensar ni escribir ni usar los signos de puntuación que tanto orden pusieron en otro momento de mi vida cuando estaba bien sin fiebre con todo el mundo a mi lado y con las palabras necesarias para hacer que ella se quedara porque entonces tenía voz y sabía qué decir para elogiar sus formas y sólo me hacía falta cerrar los ojos para recordar su cara y dibujar esa felicidad perfecta pero ahora no encuentro los adjetivos ni siquiera para explicarme ni siquiera tengo las letras para escribir su nombre ni siquiera sé de quién estoy hablando porque la fiebre me hace delirar y me hace escribir sin saber para qué ni para quién la fiebre me hace pensar que alguien va a leer esto y que le va a importar y que va a decir pobrecito otra vez con esa maldita escritura automática que tanto le ha hecho sufrir que tantas veces le ha hecho perderse en estos relatos que quieren pero no pueden que tantas veces le ha hecho perder la pista sobre de qué y de quién estará hablando con toda esa fiebre con toda esa manera constante y nocturna y decidida y orgullosa de parecer febril incluso sin tener fiebre

lunes, 16 de abril de 2007

Portugal 2007: banned version

Como bien saben los portugueses, viajar es descubrir. Pero no descubrir nuevos países y nuevos continentes, que al final toda tierra es lo mismo.
Viajar de verdad –y no viajar por viajar- es descubrir personas, conocer nuevos acentos, nuevas expresiones y maneras de mirar, de reirse, de querer.
Viajar es descubrir un nuevo amigo en tu compañero de cuarto o de mesa, o alumnos que no quieren dejar de serlo en el asiento más inesperado del autobús. Viajar es buscarse disimuladamente en las excursiones, o procurar coincidir unos minutos al día para hacer balance, o darse las buenas noches con un gesto impropio de complicidad.
Viajar es descubrir que ciertas personas se repiten en ciertas fotos, o encerrarse en un cuarto al final del día para hablar de lo difícil e inevitable del amor. Viajar es descubrir que te cuidan y te quieren un poquito más cada día tus compañeras de autobús. Y confundir ese autobús con la vida.
Cuando viajas te arrepientes de tu edad y querrías tener veinte años, para tener más tiempo por delante, para poder hacer más viajes, y para estar más cerca de ciertos índigos.

Cuando vas a un viaje como éste, ocurre que no sabes bien a dónde vas. Sin embargo, al volver, sabes exactamente de dónde vienes. Y cuando lo sabes quieres volver. Volver donde sea, pero con ellos. Porque yo no vuelvo de Portugal, yo vuelvo de ellos, de todos ellos. Lo sé porque cierro los ojos y no se me vienen a la cabeza ni paisajes, ni palacios, ni castillos, ni playas, sino ciertas voces y ciertas caras, reflejos a su vez, de ciertas almas.
Moito obrigado, por cierto, por darme de qué acordarme.

Portugal 2007: oficial site

Portugal es un país vecino, con horario inglés, arquitectura ibérica y gente entrañable. Hablan un idioma dulce, parecido al nuestro, aunque por más que lo intentes sólo puedes aprender a decir "obrigado", que es una manera de dar las gracias cuando te dejan el plato en la mesa.
Es todo muy verde y tiene una historia llena de castillos, reyezuelos arrogantes, piratas traficantes que llenan de oro esos castillos y gente trabajadora que los construye, más o menos como en todas partes.
El viaje duró una semanita, el tiempo justo para hacer las 3.000 fotos que hicimos, verlas otras 3.000 veces y volver a casa.
Y al final, cuando vuelves, resulta que has aprendido otra palabra más. Has aprendido a decir "saudade", que quiere decir nostalgia. Porque eso es lo que se siente al intentar dormir. Nostalgia de todo y de todos.


jueves, 5 de abril de 2007

Miedos


El miedo se aprende enseguida, no cuesta nada. Cualquiera está dispuesto a enseñarnos sus miedos, a contagiarnos. El miedo se aprende en la escuela, en casa, con los amigos. Tener miedo es como meterse en el mar en invierno. Es esa sensación de falta de vida, de querer correr y no poder, como tantes veces ocurre en los sueños.
Cada uno de nosotros tiene sus propios miedos, algo ante lo que detenerse, nuestro acelerador particular del pulso. Para nadie la vida es un camino recto y sin obstáculos. A todos nos llega siempre esa curva cerrada ante la que no podemos evitar presagiar el peor accidente.
En cierto sentido, todos permanecemos desnudos, en esa frágil edad de la pubertad, sentados al borde de la cama, sin poder vestirnos, sin saber para qué vestirnos. El miedo y el frío son entonces lo mismo, una gran noche que nos cae encima y nos deja helados y sin poder dormir.
El miedo es la certeza de que el insomnio se pasa a solas. Es la constatación de que hay cosas que no se comparten, de que hay nudos en los lazos con los demás que no se podrán deshacer nunca, ni siquiera llegado el momento de los besos.
Mi miedo eres tú, perderte a ti, tenerte a ti. Quienquiera que seas.
Otro miedo es no saber de qué tenemos miedo. Y otro peor aún es quedarse sin palabras y sin nombres. Por cierto, ¿cuál es el tuyo?

jueves, 22 de marzo de 2007

Germany 2007: Kissing not allowed

Alemania por tangos, así es como yo la veo. Tan distinta, tan igual en el fondo. Tan lejos, tan cerca. Las ciudades y pueblos que aparecen son, por orden, Berlín, Lüneburg, Hamburg y Lübeck. Las personas que salen son mis amigos Yvonne y David. Los sentimientos están más o menos ocultos pero son más o menos los que siguen: una cierta sensación de euforia de explorador, un ansia occidental por coleccionar las mejores fotos, una leve tristeza y sensación de pérdida, la alegría de ganar nuevos amigos, un no saber qué labios evitar, unas ganas inexplicables de volver para contar, ciertas reflexiones filosóficas acerca de otras culturas y miles de preguntas sobre cómo vivir definitivamente feliz.

viernes, 16 de marzo de 2007

Instrucciones para levantarse de cinco a seis

En primer lugar, reconocer la gran dificultad de nuestro propósito. No tanto por la pereza de abrir los ojos y comenzar el esfuerzo cotidiano, sino porque la esperanza es algo que se pierde del todo cualquier mañana, sin previo aviso.
Para levantarse de cinco a seis es necesario saber qué se va a hacer exactamente a esa maldita hora en la que la realidad del mundo fuera-de-la-cama se presenta como tan dolorosamente evidente. Nada parece tener más sentido que estar quieto, que hacerse un poco el loco frente al reloj. Pero sabemos que no puede ser. Hay que levantarse si queremos dominar el resto del día. La consigna es clara y no hay tiempo que perder. Veamos.
El primer pensamiento ha de ser obsceno, dando rienda suelta a las perversiones. No estaría de más tocarse groseramente, fantaseando con que ese va a ser un día lleno de orgasmos y de mujeres caídas. Con esto, y aún sabiendo que nada de lo soñado va a ocurrir, conseguimos creer por un momento que la vida vale la pena.
Cuando la fase animal se pasa ligeramente hay que pensar intensamente en los proyectos incumplidos, en los papeles por llenar, en las mesas por ordenar y en las palabras que todavía no hemos encontrado. Luego se visualizan mentalmente docenas de libros y se los clasifica en silencio, a ser posible por orden alfabético de autor. Eso siempre y cuando uno se haya levantado para escribir. Si lo que persigue uno a hora tan intempestiva es ordenar la caja de herramientas hay que cambiar los libros por tenazas y destornilladores y procurar no pillarse los dedos.
En cualquier caso, lo que siempre ayuda es pensar que lo bueno está por llegar. Para tener fe en semejante aberración lo más apropiado es dividir por dos la edad que tenemos y por cuatro el número de proyectos que tenemos pendientes, lo cual aumenta la esperanza de vida en varios minutos.
Finalmente, ya con el café en la mano, diríjase hacia el destino matutino con la ilusión de que ese día va a marcar las diferencias y, sobre todo, a estas alturas, evite acordarse de la infancia, ya tan inalcanzable.

jueves, 15 de marzo de 2007

Berlin, Hamburg, Lüneburg


Para los que no habéis estado, que sepáis que en Alemania la gente dice "danke" en lugar de "gracias" y "entschuldigung" en lugar de "perdón". Hay muchos edificios modernos, muchas ganas de ser ricos, mucho gótico tardío y huellas de protestantismo por todas partes. Eso se nota, por ejemplo, en los sexshops que te encuentras por la calle, sin tener que buscarlos, quiero decir. O en las mamás que ves corriendo por los parques con los carritos de sus bebés. Aquí la familia no es un obstáculo para nada, la carrera por el éxito sigue y la empresa es la religión de moda. Las calles están oscuras por la noche y la comida típica de Berlín es el sushi, el kebab o el Burger King. Más o menos como en todas las grandes ciudades, que son tierra de nadie y donde el metro es un sálvese quien pueda.
Para los que ya habéis estado, sabréis que esto está muy bien, que Berlín es muy underground, que Hamburgo es burguesa y elegante y que Lüneburg es como un pueblo de cuento de hadas lleno de turistas y de gente que atiende a los turistas.
Pero vamos, que Berlin no cura de nada, que en Hamburgo la gente se muere por encontrar un amigo de verdad y que en Lüneburg hay personas como en todas partes que se conectan a Internet en cuanto llegan a casa, y que sueñan con cambiar sus vidas.
Se me ocurre, viendo el puerto de Hamburgo, que la vida son palabras y el amor es una gran metáfora.
Damen und Herren: Viajar es quedarse.
Besos desde lejos.

domingo, 4 de marzo de 2007

domingo, 25 de febrero de 2007

Errores vitales

Aunque sobra decir que quien más quien menos se equivoca, nada se puede comparar con los errores vitales que, sin querer, he ido cometiendo a lo largo de mi vida.
Ya cuando nací, mi primer impulso fue abrazar a la enfermera, en lugar de a mi madre, que tendía los brazos ansiosa tras nueve meses de merecida espera. Pero no sólo antepuse las formas de una enfermera al amor incondicional de mi madre, sino que las primeras palabras que pronuncié fueron los nombres de unas vecinas que había que verlas subir las escaleras.
Aunque tuve dos hermanos pequeños, lo cierto es que acabé creciendo como hijo único. Lo que ocurrió fue que mi madre me dio unos juguetes para mandar al Tercer Mundo por Navidad, pero me equivoqué, y en lugar de mandar los juguetes mandé a mis hermanitos. Para desgracia para mis padres, nunca más se supo de ellos. Desde entonces trato de llenar ese vacío, pero es en vano, pues mis errores hacen insoportables las vidas de mis ordenados y desolados padres.
El colegio, por ejemplo, fue un infierno para todos. Siguiendo con mi costumbre de confundir las cosas, nunca acerté a llevarme mi mochila de niño. En lugar de ello cogía el maletín de mi padre, lo cual le costó al pobre varios empleos, pues a ningún jefe le gusta ver llegar a sus empleados con una mochilita verde con ruedas.
Además, apenas llegué a conocer a mis compañeros, pues cada día iba a una escuela distinta. No aprendí nada, ni siquiera el camino al cole. Ya con diecicéis años, y hartos de comprame uniformes y libros de texto nuevos, me pusieron a trabajar.
Pero nada cambió. Mis errores llenaron de amonestaciones, despidos y anécdotas mi currículum. Como el día en que me confundí a mí mismo con el jefe de una gran compañía. Mi primera acción fue venderla a unos japoneses minutos antes de que el verdadero gerente entrara en su despacho, donde me encontró trabajando y satisfecho con la operación.
Y qué decir de mi vida personal y amorosa: Siempre dejando de lado las mejores opciones, humillando a las mejores personas, ignorando a las novias más fieles y eligiendo una y otra vez esa lenta e implacable manera de vivir y morir que es la soledad.
Después de todo lo vivido, echo la vista atrás y veo el rastro de errores vitales que me han hecho como soy. Pero en lugar de rectificar me sigo equivocando y me digo a mí mismo eso de : Al fin y al cabo ¿quién no se equivoca?

Vicente Abril.

domingo, 18 de febrero de 2007

Maneras de mirar

Una correcta manera de mirar puede cambiar su vida y usted aún está a tiempo de adquirirla. Puede que usted no lo sepa, pero el número de maneras de mirar es directamente proporcional al número de personas que miran, siendo, por el contrario, inversamente proporcional al número de personas que cierran los ojos o se dan la vuelta. Algo similar pasa con el número de personas que son miradas, que se mantiene directamente proporcional al número de personas que las miran e inversamente proporcional al número de personas que se dan la vuelta o cierran los ojos.
Por tanto cada persona mira a su modo. Sin embargo, los infinitos modos de mirar de las infinitas personas que miran pueden reducirse, sin demasiada pérdida, a cuatro modos básicos e incorrectos de mirar.
Supongamos que tenemos delante el cristal de una ventana, por la que se ve, a lo lejos, un árbol solitario. Estas serían las cuatro miradas posibles:

1) A través del cristal tal y como está, digamos sucio y con gotas de lluvia.
2) Limpiando el cristal de las imperfecciones, manchas y gotas de lluvia.
3) Abriendo la ventana y, sin cristal de por medio, mirar directamente el árbol.
4) No bastándote con las tres anteriores, saliendo de la casa y acercándote al árbol hasta tenerlo delante, sin ninguna distancia de por medio.

Hasta aquí todo parece bastante claro. Uno se siente tentado a pensar que cuanto más alto es el número al que corresponde su manera de mirar, mejor se verá el árbol. Sin embargo esa sería una conclusión tan precipitada como equivocada, pues hay otra mejor manera de mirar las cosas, que usted puede aprender en pocos días.
Para mirar de esta manera, hágase el siguiente ejercicio todas las tardes. Sitúese frente a la ventana, mirando el árbol. Cierre las cortinas. Cierre un poco los ojos, buscando esa niebla tan reconfortante en la que solo se ven sombras y en la que las cosas pierden sus líneas. A continuación póngase de fondo su canción favorita, a ser posible una con estribillo agradable y final feliz. Para terminar rodéese de gente como usted, piense en que le gusta su trabajo y repita mil veces que lo importante es estar bien con uno mismo.
En pocas semanas usted estará mirando el árbol y verá un bosque lleno de diferentes verdes tonificantes. Una vez dominado el ejercicio, y para alcanzar ya la felicidad absoluta, practique mañana y tarde y sustituya el árbol por aquellos que usted llama sus amigos.
Vicente Abril

domingo, 11 de febrero de 2007

Nicolás, amigo invisible

Sin comprender todavía que hay barreras que se deben respetar, Nicolás, amigo invisible, se declara harto de tanta novedad, de tanta persona de carne y hueso, de tanto plan fuera de casa, y se propone boicotear toda nueva amistad incipiente. Yo le debo tanto que no puedo más que mirarle y verle actuar, viendo cómo y con qué elegancia arruina todas y cada una de mis posibles relaciones.
En verdad, no le falta razón, pues sólo él estuvo a mi lado en los malos momentos, en esas tardes de niño castigado, en esos aburridos fines de semana de adolescente sin suerte, en esos veranos de joven sin trabajo y sin chica. Del colegio a la universidad, pasando por el instituto, Nicolás, amigo invisible, ha sido una garantía de diálogo interior, un salvavidas contra el miedo, una salida de emergencia ante incendios cotidianos.
Pero el tiempo deja atrás esas cosas y ya nada es como antes. No comprende que lo peor ya ha pasado, que aquel paréntesis de indefensión ya ha sido más que cerrado y que ahora la inercia hace la vida mucho más fácil. Cerrando los ojos al futuro, a una felicidad basada en la rutina y en lo ya conseguido, Nicolás, amigo invisible, siembra de trampas el camino que lleva hasta mí, para impedir que nadie se acerque, para frustrar cualquier intento de unión con cualquier persona interesante.
En los momento más inoportunos, me susurra al oído los defectos de las personas con las que estoy, me hace reparar en sus torpezas, me recuerda anécdotas divertidas apenas cierro los ojos y me pongo serio para besar. No hay manera de quedarme a solas con alguien. Cualquier intento de intimidad se convierte en una carrera contra reloj, en un esfuerzo inútil por concentrarme.
Pero nada: apenas inicio mi repertorio de recursos hedonistas, Nicolás, amigo invisible, me recuerda la rutina oculta en cada movimiento, la aburrida estandarización de las zonas erógenas. Con un rápido gesto, se saca su libreta de estadísticas y comienza a citarme el porcentaje de posturas practicadas, de gritos acumulados, de litros de sudor que me han ido uniendo y separando de todas las mujeres que perdí en el camino.
Nada nuevo es posible para mí porque, a diferencia de otros que siguen teniendo esperanza en esa persona que está por llegar y con la que todo es posible, yo tengo al lado a Nicolás, mi amigo invisible, que me conoce y sabe perfectamente que todo a partir de ahora será mera repetición de lo mismo, un caer de la misma altura, el mismo acto de saltar sin paracaídas, la misma zambullida en el frío mar de lo repetido.
Yo le observo y le dejo actuar, pues, aunque a veces tenga que pagar el precio de la soledad, siempre es divertido ver a la gente marcharse, avergonzada por la ingenua convicción de que la felicidad estaba ahí, a su alcance.
“Nada más que hormigas que se equivocan de hormiguero”, escribe entonces Nicolás en su diario. Yo cierro los ojos y finjo no comprenderlo.
Vicente Abril.

jueves, 8 de febrero de 2007

Punto ciego

Por si no lo conocéis, es más que interesante. Se trata de un efecto óptico que demuestra, una vez más, que no vemos el mundo tal y como es, sino a través de nuestro imperfecto sistema perceptivo y cognitivo. Si cerráis el ojo izquierdo y miráis el punto de la izquierda con el ojo derecho y os vais acercando lentamente, resulta que a unos 25 centímetros más o menos (un poco más de un palmo), el punto grande de la derecha desaparece. Está ahí, delante de nosotros y no lo vemos.

Este experimento sirve, si se lo entiende como metáfora, para que os preguntéis esta noche, antes de acostaros, qué es lo que se nos escapa, qué es aquello que está delante de nuestras narices pero que somos incapaces de ver.
En el caso del dibujo la explicación es la falta de receptores ópticos en el punto exacto donde se juntan la retina y el nervio óptico. Pero en la vida cotidiana hay muchas cosas de nosotros mismos que no somos capaces de ver, porque nos dan miedo y nos ponen en evidencia. Y no es la falta de receptores ópticos esta vez, sino el exceso de moral, lo que nos impide reconocer nuestros verdaderos deseos.
Pondré algunos ejemplos: Luis no se da cuenta de que le tiene envidia a Pedro, y por eso cree que le cae mal y se mete con él. Ángela no se da cuenta de que le gusta Tomás, que está enamorada de él, y por eso le trata con dureza y le ataca más de la cuenta. A Nieves lo que le ocurre es que cree estar enamorada de Felipe, cuando en realidad está con él porque le da seguridad, porque no sabe estar sola. Silvia, en cambio, cree estar enamorada de Juan, cuando lo cierto es que tan sólo trata de olvidar a Pedro y de darle celos. Antonio y Celia creen que quieren tener hijos, pero la verdad es que no quieren reconocer que solos se aburren y tratan de evitarlo y de huir hacia delante.
Y así podríamos seguir, con todos y cada uno de nosotros. Pero qué fácil es ver a los otros autoengañarse y qué difícil es verlo en uno mismo, ¿no?

La pregunta a responder es clara, pues: ¿Cuál es nuestro punto ciego?