Frikilokokos Malignus
Entonces se detuvo ante mí. Me eligió y me miró directamente a los ojos. Era un magnífico ejemplar de Frikilokokos Malignus, una de las peores especies de virus de las dos últimas décadas. Tenía unos enormes ojos verdes, unos ojos brillantes, llenos de agua cristalina y perfectamente cargados por el diablo, como la peor de las armas. Eran unos ojos diseñados tanto para matar como para cautivar.
Me miró como señalándome y supe que estaba perdido. Cuando te cruzas con un virus no puedes hacer nada. Él te elije a ti. Da igual, entonces, tu sistema inmunológico. Da igual tu edad, si duermes bien o si tomas suficiente vitamina C. El virus funciona por puro capricho. Te elige sin razón, con arrogancia, sin explicaciones.
A las pocas horas empezó el incendio de la fiebre. Me acosté rendido, dispuesto a lo peor. El Frikilokokos te hace soñar, quieras o no, con lo ya olvidado, con lo que hemos tratado siempre de esconder, de superar. El virus es efectivo en la fase REM de los sueños, haciéndote volver a la infancia para traerte de ella las ilusiones perdidas, esa cajita del tesoro enterrada a los siete años y que sólo esconde obsesiones. En lo que tardé en dormirme empecé a recordar y comprendí que mi vida iba a cambiar para siempre.
Después de una noche que duró varios días me levanté sin fiebre pero distinto. Comencé a leer cómics de superhéroes, me compré una katana por Internet, conseguí donde pude una de las primeras Playstation y me encerré en casa para ver Kill Bill 22 veces en los siguientes ocho días. En poco tiempo, y casi sin darme cuenta, cambié a mis aburridos amigos por apasionantes hobbies y al imperfecto y borroso mundo real por una adecuada resolución de 1.024 x 768 píxeles.
Pero no puedo decir que la vida de un friki esté mal, siempre soñando y con esa sensación permanente de parque temático. Sabes que te arriesgas a la incomprensión, a que los otros no sigan tu juego, a que los demás señalen tu forma heroica de vestir. Lo único que puedes hacer, entonces, es esperar a que las vacunas para la normalidad no funcionen y que cada vez sea más la gente contagiada.
Porque un friki nunca estará sólo. Sólo hace falta una nueva moda y que el virus adecuado se cruce en tu camino. Y te puede pasar a ti, cualquier día puedes empezar a cambiar. A poco que te despistes, tu vida dejará de ser normal, porque, a la vuelta de la primera esquina, habrá un Frikilokokos Malignus esperándote, odiando tu vulgaridad y encantado de inyectarte el veneno de la autenticidad, un veneno que te convertirá en un friki y hará que empieces a saborear de verdad la vida.