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viernes, 16 de marzo de 2007

Instrucciones para levantarse de cinco a seis

En primer lugar, reconocer la gran dificultad de nuestro propósito. No tanto por la pereza de abrir los ojos y comenzar el esfuerzo cotidiano, sino porque la esperanza es algo que se pierde del todo cualquier mañana, sin previo aviso.
Para levantarse de cinco a seis es necesario saber qué se va a hacer exactamente a esa maldita hora en la que la realidad del mundo fuera-de-la-cama se presenta como tan dolorosamente evidente. Nada parece tener más sentido que estar quieto, que hacerse un poco el loco frente al reloj. Pero sabemos que no puede ser. Hay que levantarse si queremos dominar el resto del día. La consigna es clara y no hay tiempo que perder. Veamos.
El primer pensamiento ha de ser obsceno, dando rienda suelta a las perversiones. No estaría de más tocarse groseramente, fantaseando con que ese va a ser un día lleno de orgasmos y de mujeres caídas. Con esto, y aún sabiendo que nada de lo soñado va a ocurrir, conseguimos creer por un momento que la vida vale la pena.
Cuando la fase animal se pasa ligeramente hay que pensar intensamente en los proyectos incumplidos, en los papeles por llenar, en las mesas por ordenar y en las palabras que todavía no hemos encontrado. Luego se visualizan mentalmente docenas de libros y se los clasifica en silencio, a ser posible por orden alfabético de autor. Eso siempre y cuando uno se haya levantado para escribir. Si lo que persigue uno a hora tan intempestiva es ordenar la caja de herramientas hay que cambiar los libros por tenazas y destornilladores y procurar no pillarse los dedos.
En cualquier caso, lo que siempre ayuda es pensar que lo bueno está por llegar. Para tener fe en semejante aberración lo más apropiado es dividir por dos la edad que tenemos y por cuatro el número de proyectos que tenemos pendientes, lo cual aumenta la esperanza de vida en varios minutos.
Finalmente, ya con el café en la mano, diríjase hacia el destino matutino con la ilusión de que ese día va a marcar las diferencias y, sobre todo, a estas alturas, evite acordarse de la infancia, ya tan inalcanzable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenísimo! ahora ya podré levantarme temprano con algún motivo inventado jaja