Sobre novias, índigos, bloggers y escritores
Escribir para alguien es esa forma sublime de amistad que consiste en regalar lo mejor de uno mismo, en buscar las palabras justas para acabar dando con la combinación secreta que abre la puerta del interior de la persona escrita.
Hay gente que vive, que hace cosas, que se deja llevar, que va tirando con sus pequeñas ilusiones cotidianas. Y luego hay gente que lee y que escribe, gente que tiene la gran ilusión de dejar huella, de ir haciendo camino y dejar pistas para ser encontrado. Porque escribir es eso, es dejar que te encuentren, que te conozcan. Es decir a los demás dónde y cómo estás.
Según una fórmula matemática recién inventada, con cada línea escrita por un escritor se contestan cuatro preguntas, las cuatro que el lector formula. Cuando se va más allá y se escribe un párrafo, o una página entera, el escritor pierde ya sus secretos y empieza a contestar a todo lo que un curioso lector quiera y sepa preguntar.
Las palabras son el tejido invisible de esa gran red que nos une y atrapa a los humanos, que nos hace dependientes, que nos obliga a desearnos unos a otros y de la que es tan difícil escapar. Hay veces que la vida es comprensiva con los deseos de uno y te consiente más de lo merecido. Entonces te deja caer en una red llena de novias, índigos, pequeños Jenkins, chinos de corazón, futuros filósofos y escritores, amigos de siempre y amigos recientes, una red de la que nadie quiere escapar. Es entonces cuando te paras, buscas las palabras justas y escribes que nada mejor que escribir y que te escriban.
Gracias bloggers.