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domingo, 2 de diciembre de 2007

Cuentos para el deshielo

Por lo que nos contaban, el futuro no era más que un desastre ecológico, un deshielo inminente. El cambio parecía ser ya y afectarnos a todos y de la peor manera: miles de especies desaparecidas, subidas en el nivel del mar, aumento de temperaturas, terremotos diarios, colisiones de planetas, playas de lava, ríos vacíos, nubes de fuego, otra vez el fin del mundo. Fue entonces, bajo este clima sin salida, cuando ya nada parecía tener sentido, y cuando todas las cigarras del mundo empezábamos a tener razón, cuando la conocí.
Cuando conocí a Lucinda, ella era lo que sigue siendo ahora: una hormiguita sencilla, afanosa y responsable, dulce y seria, preocupada, como todas, con esto del deshielo. Ella sólo pensaba en colaborar, en cambiar el curso de las cosas, en prever, en predecir y en entender el porqué.
Mi primer intento de cigarra fue la seducción. Quise hacerle olvidar y dejar atrás su hormiguero, para que viera las cosas buenas de la vida, para que aprendiera a sonreír, a cantar y a poner cara de niña mala y despreocupada durante sus primeros besos.
Y funcionó, pero sólo un poco y sólo al principio. Ella, como hormiguita que era, siguió con sus convicciones, con su entusiasmo por reciclar con eficacia, por probar con energías renovables. Sin quitarse sus gafitas de hormiga ordenada y limpia, me pidió que cambiara los cuentos por la realidad, las canciones por el diálogo comprometido. Y sin yo pedirle nada, me juró amor eterno para cambiar el mundo, para frenar el deshielo, para mejorar las cosas. Me ofreció invertir en un amor sano y ecológico, una apuesta por el futuro.
Como cigarra, y sin más fuerzas que para vivir el presente, le escribí una canción que empezaba en La menor y que acababa viéndola marchar. Desde entonces ha habido miles de hormiguitas en mi vida. Un sólo deshielo, que no termina de llegar y que es el miedo de la humanidad al futuro. Pero eso sí, miles de Lucindas que nunca aprenderán a vivir y que se dejarán derretir antes de tiempo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quiza por la forma en que me veo reflejado. Quizás por lo extraño de la prosa .Por la lejanía. Por lo inagotable. Por lo avasallante. Por lo sorprendente. De algo hay que alimentarse, aún cuando toda la energía vaya a consumirse en lo inmediato. Reservar también para después porque después siempre llega (no es una postergación, es otra manera de dar al presente su significado).
Esa idea de la caja vacía que se va llenando, un día con un beso, con un hijo, otro con un libro, otro con palabras que se escriben, otro con una negación injusta,otro con una amistad que se diluye.. Suena mejor el existencialismo (que no niega la existencia del determinismo, e ninguna manera: yo hago y con lo que hago cambio,influyo, las acciones no son sin consecuencia)
Vivir tan intensamente como se pueda. Aunque al final uno no sepa. O aunque sólo uno lo sepa al final, cuando se acaba el tiempo.
Interesante tu blog.
Un saludo. Timeo

Eva dijo...

Es bueno ser una hormiguita responsable y preocuparse por el deshielo,pensando en el futuro. Pero en ocasiones también hay que ser un poco cigarra y vivir el presente, para así evitar arrepentirnos en el futuro.

Esperamos verte pronto!

Anónimo dijo...

Qué cierto!
Un besset.

Lucinda.

Anónimo dijo...

vicente... es este el motivo por el que no quieres tener nunka mas una pajera estable.... perdiste a tu lucinda y ahora te arrepientes, y te engañas a ti mismo haciendote creer que no te ace falta nadie a tu lado.... eres demasiado bueno y te dañaron el corazon, espero que algun dia encuentres a un nueva lucinda y vuelvas a creer en el amor eterno.... tu te lo mereces