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viernes, 20 de abril de 2007

Fiebre

Fiebre me despierto a sesenta grados de temperatura pienso en lo que me rodea y en lo que no me faltan todas las palabras del mundo a esta maldita hora en que nada ni nadie está presente cuando más quiero sin embargo es muy tarde para arrepentirme estoy quemando y a punto de explotar me gustaría cogerte sin usar las manos atarte a mi vida y a mi cama para tener siempre esa piel desnuda y limpia sobre la que escribir pero sé de sobra que no será así que ya nunca será así porque tengo fiebre y ya no creo en detenerme sino en repetir y estoy como recién salido del horno y no puedo ni pensar ni escribir ni usar los signos de puntuación que tanto orden pusieron en otro momento de mi vida cuando estaba bien sin fiebre con todo el mundo a mi lado y con las palabras necesarias para hacer que ella se quedara porque entonces tenía voz y sabía qué decir para elogiar sus formas y sólo me hacía falta cerrar los ojos para recordar su cara y dibujar esa felicidad perfecta pero ahora no encuentro los adjetivos ni siquiera para explicarme ni siquiera tengo las letras para escribir su nombre ni siquiera sé de quién estoy hablando porque la fiebre me hace delirar y me hace escribir sin saber para qué ni para quién la fiebre me hace pensar que alguien va a leer esto y que le va a importar y que va a decir pobrecito otra vez con esa maldita escritura automática que tanto le ha hecho sufrir que tantas veces le ha hecho perderse en estos relatos que quieren pero no pueden que tantas veces le ha hecho perder la pista sobre de qué y de quién estará hablando con toda esa fiebre con toda esa manera constante y nocturna y decidida y orgullosa de parecer febril incluso sin tener fiebre

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que te adentras en el mundo gótico de donde un día salí yo para que me dieses clases. Un fuego que entra en tu cuerpo y no deja escapar ni una lágrima, ni una sonrisa, los sentimientos empiezan a comerte por dentro y empiezas a preguntarte quién eres; en ese momento, desaparecen los signos de puntuación, en tu vida y en tu escritura. Y es en ese preciso momento, cuando , como un buen día me dijiste, escribir provoca ese dolor de empezar a notar que tus escritos son en realidad tu sangre y tu alma vueltas lenguaje. Lo sé porque encontré ese sentimiento, encontré la escritura, el dibujo, las canciones y hasta las palabras. Déjame que sea yo ahora tu profesora: Ese infierno que tanto te quema se convertirá en tu mejor aliado. Fuego y sangre unidos para sacar de dentro de tí todas esas historias y pensamientos que jamás hubieses imaginado tener. A veces has de morir en un infierno para darte cuenta de que el cielo no es más que una mentira vivida pr todos aquéllos pobres demonios encarcelados en una diminuta celda de tu mismo inframundo, sólo que ellos llevan los ojos vendados. Bienvenido, profesor, al mundo gótico. Bienvenido al dolor de vivir. Pero lo maravilloso de ello, es que por cada cien años de dolor, hay uno de placer. Y cuando llegue, será aquéllo por lo que has luchado, tu recompensa.

Anónimo dijo...

Adicto al blog, incluso enfermo, ay que ver... Espero que te mejores pronto, porque leer tus relatos, sin signos de puntuación, marea de lo lindo... :P B7s

Anónimo dijo...

Que verguenza. A tu edad y con semejantes niñerías. Nunca es tarde si la picha es buena.

Maria Llidó dijo...

Hay anónimos más sutiles y otros menos afortunados. Hay niñerías que uno debería permitirse siempre y hay otras que desmerecen a quien cree tener el valor de cometer un error tan elemental como el hecho de no dar la cara.
Todos tenemos fiebre, algunos saben qué hacer con ella, otros la sumergen en el anonimato.
Un saludo y mis mejores deseos.

Inma dijo...

Podría aconsejarte sobre millones de medicamentos que alivian los síntomas de la fiebre pero nada es más sano que las terapias naturales. Por ello te aconsejo dejar pasar el tiempo, puede que ya hayas perdido la noción de éste, que no sepas dónde estás y si lo sabes no entiendas el por qué. No te preocupes, todos hemos pasado por la fiebre alguna vez y hemos necesitado a alguien que con un paño frío intentara sin conseguirlo enfriar nuestra cabeza. También cabe la posibilidad que no sea la fiebre la que te haga delirar, puede que necesites una escusa para enloquecer y gritar a los cuatro vientos que tu también necesitas algo más que frío en tu cuerpo...

Pásate por mi blog, a ver si te animas...

Espero que te mejores...